El pan, un alimento típico español que debemos de poner en valor

El pan es, por excelencia, uno de los alimentos más típicos que encontramos en nuestro país y es que toda mesa que se precie cuenta con porciones de pan para cada uno de los comensales. Si bien es cierto que en los últimos tiempos se ha ido perdiendo la tradición de comer pan fresco y de calidad, lo cierto es que somos muchos los que estamos luchando por volver a poner al pan en el lugar que se merece. Esto se debe a que muchos de los despachos de pan que nos encontramos hoy en día tan solo nos venden pan congelado, mientras que en los lugares donde existe un buen pan de calidad, la realidad es que este tipo de tiendas no proliferan, pero no solo eso, sino que los ciudadanos de estos lugares con tradición panadera cuando salen de sus provincias todos hablan del mismo sentir y es que el pan de determinadas zonas es incomible.

En este sentido, para devolver al pan el nombre que se merece, además de los panaderos de múltiples regiones, lo cierto es que las autoridades también están trabajando para reconocer al pan que es de calidad. Así, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación es el que encabeza este reconocimiento y otorga a panes tan ilustres como el Pan de Cea, la certificación de Indicación Geográfica Protegida, en la cual se recoge, además del órgano regulador, la forma en la que está hecho este pan y sus variantes, entre otras cuestiones. Y es que no hay que olvidarse de que el pan proporciona hidratos de carbono, minerales, vitaminas y proteínas y fibra; nutrientes fundamentales para una buena salud y contar con la energía adecuada y necesaria para el día a día. El pan apenas contiene grasa y es injusto señalarlo como el causante del fracaso de una dieta. Así, además del de Cea, en Ourense, otros panes típicos de nuestro país son:

  • Resume la quinta esencia del pan español. Está presente en la literatura y la pintura, sobre todo en el Siglo de Oro, lo que le otorga cierto valor simbólico. Se trata de una pieza de pan rústico de gran tamaño y forma generalmente redonda. Se puede elaborar con harina de centeno o de trigo o con mezclas. Ahora también se le añaden semillas, algo inusual en la tradición panadera española. El nombre deriva del latín focaccia (también en italiano pan horneado) que significa cocido al fuego.
  • Indispensable en el desayuno andaluz. Son panecillos individuales, redondos y pesados, que se elaboran con una masa tan hidratada que se vierte con cazo sobre las bandejas de hornear. Se sacan ligeramente crudos del horno para terminar tostándolos enteros justo antes de consumirlos. De esta forma se disfruta de sus dos texturas, corteza crujiente y miga esponjosa.
  • Pan de payés. Hogaza grande que alcanza más de kilo y medio, típica de las zonas rurales de Cataluña, que se cuece en hornos de leña. Masa hidratada y bien leudada. Miga esponjosa, ligeramente oscura y corteza gruesa, crujiente y sin brillo. El redondo de Lleida y Tarragona es una versión urbana.
  • Pieza típica valenciana, que se elabora con harinas diferentes en múltiples versiones. La original era una pieza aplastada, alargada con un lateral hendido. En la actualidad ha perdido miga y se amasan con forma casi rectangular y las esquinas redondeadas.
  • Torta de aceite. Piezas planas, casi siempre redondas, en cuya masa se agrega aceite de oliva. Al hornearlas suflan ligeramente por lo que presentan una superficie irregular. Son tan sabrosas que incitan a seguir comiendo. Se encuentran repartidas por toda la geografía española. Las de Aranda de Duero han alcanzado enorme popularidad.
  • Pan típico de Málaga, hogaza de masa prieta capaz de aguantar varios días sin deteriorarse. Este mismo pan recibe otros nombres según las diferentes zonas geográficas, en Canarias se conoce como pan de campo, y en Zafra como pan de garrrucha, por poner dos ejemplos. Es el que se utiliza, entre otras cosas, para preparar el salmorejo.

Estos son solo algunos de los ejemplos que nos podemos encontrar en las panaderías tradicionales de nuestro país, sin embargo, lo cierto es que como os decimos, no son los únicos, dado que España es uno de los países con más riqueza en lo que a variedades de pan se refiere. Es por ello por lo que, si os gusta probar panes tradicionales como los que os hemos estado enseñando, en El molí pan y café encontraréis una amplia variedad de ellos, lo que os hará, sin duda alguna, verdaderos expertos en lo que a panes tradicionales se refiere.

La barra y la bolla, dos panes esenciales en nuestras mesas

Si existen dos tipos de panes que no pueden faltar en nuestras mesas esos son la barra y la bolla y es que ambos son los más conocidos de nuestra tierra. En concreto, la barra es la pieza urbana por excelencia, emparentada con la baguette francesa y que en algunas zonas (Madrid) recibe el nombre de pistola. Alargada y estrecha, con varios cortes longitudinales y los extremos redondeados. Puede elaborarse con masas duras, bregadas, tipo candeal (barra de picos) o con masas esponjosas y ligereas (barra de flama). En el caso de la bolla, esta es una hogaza de miga esponjosa y oscura típica de la localidad de O Porriño, cuya fama la ha hecho extenderse por buena parte de Galicia. La corteza dura suele espolvorearse con harina, en el interior grandes alveolos propios de una masa bien hidratada que ha fermentado lentamente. Presenta una ligera acidez al paladar. En Bembibre (León) recibe ese nombre un pan ritual del día de San Antón, que se ofrece para proteger a los animales de enfermedades.

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