Una cosa es comer y otra, alimentarse. Obtener los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo a través de los distintos alimentos es la finalidad de comer. Como bien nos corroboran nuestros amigos, los profesionales de Cenydiet, expertos en educación nutricional y estética integral, hay que aprender a alimentarse para gozar de un óptimo estado de salud. Una correcta alimentación es la clave de una buena salud.
Los expertos en nutrición lo repiten constantemente, la alimentación y la educación nutricional son los pilares fundamentales de la salud de cada individuo y de la población en general. Los hábitos alimentarios son un factor determinante para la salud. Es de sobra conocido el efecto que producen los déficits de algunos nutrientes esenciales o el exceso de los mismos. Tan mala puede resultar una carencia de hierro como un exceso del mismo, de igual manera que la ausencia de grasa puede resultar tan nefasta como el exceso de la misma.
Desde la OMS, se establecen recomendaciones de energía y nutrientes diarios en consonancia con los diferentes grupos de edad, el sexo y la actividad física. No necesita los mismos nutrientes un adolescente en desarrollo que un adulto sedentario, por ejemplo. Sin embargo, la educación para que llevemos una correcta alimentación va más allá de encontrar ese equilibrio nutricional y contempla otra serie de factores como los aspectos sociales y culturales.
El objetivo principal de la educación nutricional, consiste en buscar y ejecutar unas actitudes y hábitos que den como resultado una correcta y adecuada selección de los alimentos necesarios para el organismo y el consumo de una dieta nutritiva para cada edad. Para alcanzar dichos objetivos, es fundamental adquirir conocimientos sobre los principios básicos de la citada educación nutricional en base a un estudio profundo del ser humano, en todo lo relacionado con la alimentación. Se trata, en pocas palabras, de abastecer al organismo de lo necesario en cada momento. Del mismo modo que a un motor le pones la gasolina que necesita y le proporcionas los líquidos necesarios para que funcione de forma correcta, al organismo hay que darle la gasolina que necesita.
Los principios de la educación nutricional, son básicos
Y con básicos queremos decir, elementales y sencillos. Fáciles de aplicar y de comprender. La alimentación es algo instintivo que todo ser vivo lleva a cabo para mantener su supervivencia. La sensación de hambre, alerta al cerebro de la necesidad de ingerir alimento cuando lo necesita. Aunque los seres humanos, comemos por costumbre y de forma inadecuada, gracias a que somos seres (i)racionales y comemos más veces por placer que por necesidad. Al margen de nuestras costumbres sibaritas, la realidad es que necesitamos alimentarnos y, no es malo hacerlo por placer, siempre y cuando, tengamos criterio.
Dentro de esos principios de los que hablamos, encontramos uno principal: el ser humano, necesita encarecidamente, aprender a comer. En el ser humano, el instinto no es una guía, como ocurre en otras especies, para obtener la dieta adecuada. Se debe educar el paladar de los niños de manera que se introducen de manera gradual los alimentos necesarios para que logre una dieta adecuada.
Por otro lado, los hábitos alimentarios son acumulativos, lo que implica que al introducir un alimento nuevo, o un hábito alimentario, en las familias, este se transmite de generación en generación. Lo observamos en las recetas y recomendaciones que se guardan y pasan de generación en generación.
Al mismo tiempo, los hábitos alimentarios no son estáticos, si no que pueden variar en función de nuevos enfoques y significados que adquieren los distintos alimentos. Sobre todo debido a las nuevas técnicas de elaboración culinaria que aparecen.
La educación puede modificar los hábitos alimentarios, lo que viene a ser que cada individuo adquiere sus propios hábitos debido a la enseñanza sistemática de los adultos que lo educan y, a través de las personas con las que se relaciona.
En definitiva, la educación alimentaria, debe cumplir una función social, puesto que una sociedad mal nutrida no puede abastecerse a sí misma, es más propensa a padecer enfermedades y ve afectado su rendimiento mental.
Teniendo en cuenta estos principios básicos, hay que poner el foco en la manera de modifica los hábitos de alimentación y el estilo de vida. De no ser así, veremos como los adultos, se dirigen a un camino de vejez donde impere la mala calidad de vida, mientras que los más jóvenes y los niños, verán reducida su esperanza de vida.
Hay que tomar conciencia de la importancia que tiene introducir nuevos hábitos de vida en los que la alimentación, cobre mayor protagonismo. Conocer la mejor manera de alimentarse es la clave para revertir esta necesidad de ingerir alimentos que, en realidad, no hacen más que perjudicar al organismo.
Observando el mundo, podemos comprobar lo que se denomina como transición epidemiológica. Este concepto, implica una disminución de las enfermedades infecto contagiosas y de deficiencia, como la desnutrición, que a su vez, conlleva un incremento de las enfermedades crónicas degenerativas y la obesidad. Esta situación va ligada al desarrollo económico de los países que, cuya esperanza de vida también se ha visto incrementada.
Los datos, nos indican que lo que se hace bien en una parcela, se descuida en otra. Aunque en nuestro país en particular, contamos con la dieta mediterránea a nuestro favor, cada vez se descuida más la dieta en general.
Como objetivo principal de la educación nutricional, se pretende conseguir que los individuos que lo necesiten, cambien de hábitos a largo plazo y sea capaz de hacer elecciones saludables de los alimentos que consume. Para ello, la persona debe adquirir una serie de conocimientos básicos sobre alimentación y nutrición.
Estrategias para lograr una alimentación saludable
Los ritmos de vida que llevamos, tan frenéticos en determinadas ocasiones, ha derivado en que la sociedad consuma cada vez más productos ultra procesados de fácil consumo y preparación. La tendencia a consumir menos productos naturales y frescos, como frutas o verduras en beneficio de las grasas y azúcares simples que tanto nos cautivan, es el resultado de ese ritmo de vida.
Tener que comer fuera de casa en numerosas ocasiones o disponer de poco tiempo para comer en condiciones y preparar los alimentos de forma adecuada, influye directamente en esos hábitos alimentarios que debemos desterrar. Es fácil sucumbir a ingerir alimentos con grandes cantidades de grasas, azúcar y sal y poca fibra y nutrientes esenciales. Esto no solo ocurre porque estos “alimentos” estén sabrosos y resulten muy atractivos al paladar, sino porque en muchas ocasiones, no se dispone de otras opciones.
Llegados a este punto, lo que se debe hacer es orientar a la población en general hacia una alimentación más equilibrada y saludable, en la que primen los productos bajos en grasas y azúcares, con alto contenido en fibra y nutrientes esenciales. Para hacer esto posible, es necesario un cambio en las políticas que orientan al consumidor, para dirigirlo hacia el consumo saludable y la dieta adecuada, en lugar de arrojarlo a la comida basura y los productos cargados de grasas saturadas.
El trabajo debe centrarse en desarrollar más productos que cumplan con los criterios de la alimentación saludable y proporcionar toda la información necesaria a los consumidores. De tal manera que el propio consumidor, sea capaz de discernir entre los productos más adecuados para su consumo personal. Al mismo tiempo, es conveniente promover la actividad física dentro de un estilo de vida saludable. El tándem perfecto para llevar una vida sana es alimentarse adecuadamente y mantener el cuerpo en movimiento.
Evidentemente, hay que tener en cuenta que las dietas y los hábitos alimentarios se ven influenciados por diversos factores, a nivel individual, familiar, colectivo y nacional.
En lo que respecta a cada uno de ellos, individualmente, influyen las preferencias personales y el placer por comer de cada persona, las creencias, actitudes, valores y percepciones, los conocimientos y habilidades y el empoderamiento. A nivel familiar, influyen las prácticas culturales y sociales, el apoyo social y las redes de apoyo. El entorno influye a través de las reglas y estructuras informales, los servicios de atención y cuidado infantil, el lugar de trabajo o la escuela, el vecindario, las tiendas, supermercados y restaurantes, las organizaciones comunitarias y la información disponible. Mientras que a nivel estatal, los sistemas de salud, los programas de atención alimentaria y la propia industria alimentaria, junto a los sistemas de alimentos, las políticas sociales, las normas culturales y los medios de comunicación, también juegan un papel importante en los hábitos alimentarios.
De todo esto, se deduce que, es a nivel individual donde la educación nutricional es la herramienta vital para que las personas, se alimenten de manera adecuada. Una buena educación en este sentido, permite lograr ese cambio de hábitos, tan necesario para mantener una buena nutrición y en consecuencia, una buena salud.
Como conclusión, solo podemos añadir que para llevar una alimentación saludable, no hay que ser necesariamente estricto con la dieta. En realidad, con los conocimientos necesarios, es posible llevar a cabo una dieta saludable en la que, de vez en cuando, se pueden permitir licencias y darse un pasero por la hamburguesería que más te guste o la pastelería de la esquina.