Todas las historias bonitas empiezan con un ‘Erase una vez..’ Pues la nuestra también lo hace así. Porque es el momento de contar historias bonitas, de dejar atrás las historias de crispación que nos cuentan los políticos para pasar a esas batallas que nos hacen pensar que la vida merece la pena, que cuando alguien se esfuerza acaba en éxito. Y es tan fácil como abrir la ventana, ver un negocio y comprobar que cada autónomo que levanta la persiana cada mañana ya es un héroe. Y mira que no es nada fácil porque cada vez hay menos, seguro que por las trabas que pone la administración.
Cuando tú te sientas en un restaurante con una Estrella Michelín, lo haces para disfrutar. Pero seguro que no piensas todo el trabajo que hay detrás de ese plato, y no me refiero al trabajo en cocinas, sino al esfuerzo laboral y personal que todo cocinero (también llamado ahora chef) ha tenido que vivir. Nuestra historia arranca con LuisMari, un mal estudiante que como no valía para la Universidad, palabras dichas por sus propios profesores, decidió apuntarse a un curso de hostelería. El tenía la mejor tarjeta de presentación, porque si hay algo que se necesita para la cocina es pasión.
De esta manera, durante sus años en el instituto, trabajó en varios restaurantes y adquirió una amplia experiencia en la gestión de cocinas. Todo esto a base de muchas horas de esfuerzo y de tener que estar en casa o en el instituto. Durante un par de año se olvidó lo que era salir de fiesta con los amigos. Al graduarse, decidió que quería montar su propio restaurante, donde pudiera mostrar a todo el mundo su creatividad culinaria y ofrecer a los clientes una experiencia única. De esas que ahora dicen que logran embaucar a todos.
Y sí lo hizo, pero tuvo que ponerle otros dos ingredientes que son muy poco usados durante estos tiempos: determinación y tenacidad. Así, lo primero que hizo fue buscar un local para su restaurante que cumpliera con lo que él quería. Después de meses de búsqueda, encontró el lugar perfecto en una calle por la que pasaban muchas personas. Y es que muchas veces pensamos que nos vale el primer local que vemos. Así, con sus ahorros, y es que nuestro protagonista había trabajado mientras estudiaba para poder tener un colchón, y un préstamo que tuvo que luchar de lo lindo con el banco, pudo alquilar el local, reformarlo y equiparlo con todo lo necesario. El sueño estaba cada vez más cerca, algo que nunca había podido imaginar.
Una vez listo, se puso manos a la obra para crear una idea de gastronomía que fuera innovadora y atractiva. Todo ello con la etiqueta de cocina de calidad, con productos frescos y de temporada y de primera calidad, así como un ambiente acogedor y un servicio impecable. Tampoco fue fácil amueblar y tener los mejores electrodomésticos, pero en este caso no se la quiso jugar y contó empresas con renombre, como pudo ser el caso de Mayfriho, expertos en todo tipo de equipamiento de hostelería, y es que para llegar alto hay que contar con los mejores de todos los sectores.
Por supuesto, supo desde el primer día que tenía que contratar a un equipo de personal de sala con los que compartía su visión y su pasión por la gastronomía. Y es que el material más jugoso para un restaurante, es el material humano.
Nuevas tecnologías
Si algo tenía claro desde el primer día LuisMari es que aunque su cocina era clásica, nunca daría la espalda a las nuevas tecnologías. Así, para dar a conocer su restaurante, utilizó las redes sociales y colaboró con influencers gastronómicos para generar interés. Luego llegaron los eventos especiales y menús degustación para atraer a nuevos clientes y fidelizar a los habituales.
A pesar de los problemas iniciales y la competencia en el sector de la restauración, que es cada vez mayor, el restaurante comenzó a ir como un tiro por su propuesta culinaria, la calidad de sus platos y el trato cercano que daba a los clientes. Ante esto, empezaron a recomendarlo y las críticas en los medios especializados fueron todos muy buenos. Con el tiempo, el restaurante se convirtió en un lugar de referencia en la ciudad y un éxito empresarial. Y es así cuando llegó la visita más esperada, aunque también la más temida, La de un crítico de la Estrella Michelín. La prueba se pasó con nota, y eso que no es fácil enfrentarte a estas personas porque exigen mucho.
Y los sueños se cumplen hasta el punto de contar ya con su primera Estrella Michelín. Se ha convertido en un templo de la gastronomía. Este éxito ha sido gracias a varias palabras que hemos desatacado en este artículo: pasión, esfuerzo, talento dedicación. Estos son los mejores ingredientes.